La Europa Social. Las Palmas. 25-11-2005
Según el último sondeo del CIS, los españoles siguen considerando como los problemas más importantes el paro, la inmigración y el terrorismo. El debate de la vertebración de España, su organización territorial, es considerado por los encuestados como de segunda fila. La Europa social, al englobar varios de estos temas, se pone, en cambio, en primera línea.Por otro lado, se presenta la globalización o su personalización en actores como China, como una amenaza para la protección social de los trabajadores. Las tentaciones proteccionistas son muy fuertes pero podemos excluir de los beneficios de los nuevos mercados a los países en desarrollo ni tampoco a nuestros consumidores de productos más competitivos. Las empresas españolas también se están adaptando por su parte a las ventajas que presenta la producción en otros lugares del mundo, siempre y cuando se respeten unos estándares sociales internacionales mínimos. Está muy claro, apoyamos la apertura de nuestros mercados a los nuevos competidores, China en lugar destacado, pero también la defensa de los derechos laborales para los trabajadores chinos. Debemos hacer un esfuerzo en mejorar nuestra competitividad, la gran asignatura pendiente de España, para competir cada vez más en términos de calidad y no de mera cantidad.
Como señalan los medios de comunicación, EE.UU ha demostrado un dinamismo del que Europa carece. Se achaca esta debilidad europea a la rigidez de sus mercados laborales y al peso de una reglamentación excesiva. Yo centraría las desventajas de la economía europea en el envejecimiento de su población y en la fragmentación de sus mercados. El crecimiento económico en EEUU es mayor que en Europa en términos globales pero si lo comparamos en términos per cápita es menor, dado que allí la población crece más que aquí. A este ritmo de lento crecimiento demográfico en Europa, la inmigración se hace necesaria para mantener un equilibrio entre población activa y población pasiva.
Después de esta breve intervención, me gustaría centrar mi intervención en tres puntos:
1. Ampliación de los derechos sociales a los inmigrantes. Política de inmigración en general, que se trata en la Comisión de libertades y justicia de la cual soy miembro.
El gobierno de José María Aznar dejó planteadas dos alternativas en este campo: o bien se aplicaba estrictamente la ley y se procedía a la expulsión de los extranjeros en situación irregular, o bien se practicaba la tolerancia como la entiende el PP, haciendo la vista gorda y conculcando la ley. Para un gobierno socialista ninguna de estas alternativas era válida: la primera no se adaptaba a la realidad socioeconómica del país, como han puesto de manifiesto empresarios y sindicatos cuando reconocen las carencias existentes en mano de obra, y la segunda es éticamente y legalmente inadmisible (pues en un estado de derecho gobiernan las leyes y no las personas).
El PP intentó sembrar la confusión sobre la opinión que tenían las instituciones europeas sobre el proceso de regularización. Sin éxito, pues el Sr. Schmitt, ministro del interior de la Presidencia luxemburguesa, hubo de reconocer expresamente en el pleno que la regulación española fue una decisión legítima. Schmitt también insistió que fue una decisión "adoptada en un contexto especial y cuyo objetivo consiste en integrar al máximo, y de la mejor manera, a las personas que se encontraban en situación irregular en el territorio español;(...) integrándolas en la sociedad española se les impide marchar a otros estados miembros. En ese sentido, creo que no puede afirmarse que esta decisión haya sido adoptada en perjuicio de otros estados miembros."
El gobierno español es uno de los promotores de una política común europea de inmigración que comienza con la elaboración de un sistema de alerta mutua que permite informar sobre las decisiones que adoptan los estados miembros. Con ese objetivo, España seguirá desplegando sus esfuerzos, pese a los obstáculos y a las cortinas de humo que se lanzan desde el PP. Un PP cada vez más desnortado y perdido en materia de inmigración.
Los avances para una política de emigración europea homogénea son lentos pero existen. El Parlamento Europeo va a aumentar sus poderes en este campo. Las políticas de asilo pasan a ser materia de codecisión, esto es, la posición del Parlamento será tan importante como la de los estados reunidos en el Consejo. En la anterior sesión plenaria se aprobó el último informe que era una mera recomendación en este campo pero que estableció una línea garantista en materia de derechos humanos. Se rechazó el principio del "país superseguro" que pretende que se pueda denegar automáticamente la solicitud de asilo según el país del que provenga, pues la legislación internacional, el Convenio de Ginebra, establece que se deben estudiar las solicitudes de forma individualizada. El Parlamento asimismo estableció que los centros de internamiento para inmigrantes deben ser un último recurso.
2. Un ejemplo sobre la política social europea, la directiva de tiempo de trabajo.
Si se quiere acusar a las instituciones europeas de llevar a cabo un proyecto donde "únicamente rige el mercado", quizá es que no se ha prestado suficiente atención a lo que pasa aquí, en Bruselas. El Parlamento Europeo ha sido tradicionalmente firme defensor de la Europa social, como acicate de un presupuesto que posibilite los proyectos comunitarios. Por otro lado, los debates son complejos y se mezclan muchos y diversos elementos. Valgan los siguientes botones de muestra.
Por un lado, el informe Böge, en honor a su ponente, el político conservador alemán, sobre las perspectivas financieras 2007-2013 propone el aumento de los fondos de justicia, seguridad y relaciones exteriores (PESC) reduciendo los de investigación, política social y educación.
En el otro lado, hay que destacar la labor de mi compañero Alejandro Cercas, extremeño con familia en Asturias. La batalla que lleva a cabo como ponente de la directiva de tiempo de trabajo consiste en tratar de unificar la legislación laboral europea, evitando, entre otras cosas, que en Gran Bretaña no exista prácticamente límite a la jornada laboral semanal (a través de la práctica, abusiva, de establecer una supuesta libertad vía contrato) y haciendo que se reconozca el periodo de guardia, incluido el tiempo inactivo, como tiempo de trabajo. Los sindicatos se están manifestando por doquier, incluidos los médicos y sanitarios como especialmente concernidos. Lacerante el problema de las cajeras en muchos centros comerciales que esperan sin retribución su turno a la formación de colas de consumidores.
Alejandro ha sufrido presiones inauditas. El "Guardian", portavoz del progresismo británico, denunciaba que el mismo Blair había intentado cierta maniobra neutralizadora. La respuesta de Alejandro ha sido clara: "si la Europa Social avanza se consolida el europeísmo, de la misma forma que crece el euro-escepticismo cuando se ponen sobre la mesa iniciativas contra los derechos sociales."
3. China.
A destacar que aquí, en Bruselas y en todas las capitales comunitarias, es muy fuerte el lobby de los distribuidores que no parecen temer por su sustitución, por las propias empresas chinas, como dice el eurodiputado Joan Calabuig. Otro comportamiento a tener en cuenta es el de la prensa internacional de mayor tirada y prestigio editorial (Finantial Times, Le Figaro, El País…) que ha optado por el libre comercio y por enfrentarse de una u otra manera al proteccionismo textil. La interlocución de los consumidores, que sigue muy débilmente vertebrada, apenas parece valorar el número de puestos de trabajo que se van a perder con la suspensión de los proveedores tradicionales ni se fija en las desventajas competitivas de la falta de seguridad social o de la energía claramente subvencionada por el gobierno pekinés.
Hace unos días visitó el Parlamento Europeo el máximo responsable para las relaciones exteriores del Partido Comunista de la República Popular de China, el Sr. Wang Jiarui. En principio se trataba de un contacto meramente protocolario pero dejó un mensaje simple y amargo que lo significa todo: “Los chinos tenemos una mano de obra ilimitada, disciplinada, no sindicalizada, dispuesta a aprender... capaz de trabajar por un simple dólar diario”.
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